Hay un ingrediente común a todos nuestros productos, sean patatas fritas, palomitas de maíz u otros aperitivos: el aceite de girasol alto oleico. Es una variedad de la grasa vegetal que se extrae de la semilla de esta planta y que gracias a una modificación hace que en su composición sea más rica en ácido monoinsaturado de la serie omega-9
Este ácido oleico común a la mayoría de los aceites vegetales. Pero mientras que en el aceite de girasol normal ronda el 20%, en el que empleamos llega al 80%, acercándose así al porcentaje que tiene el aceite de oliva, que supera el 87%. Y a eso hay que sumar que tiene un porcentaje inferior al 10% de ácido linoleico, que es poliinsaturado.
Esta proporción de ácidos grasos monoinsaturados lo hace más recomendable para la salud, ya que en parte su aporte calórico. También su consumo adecuado presenta otros beneficios como permitir la reducción de la presión arterial, ayudar a disminuir el denominado “colesterol malo” o LDL y los triglicéridos en la sangre. Igualmente, puede ayudar a minimizar el riesgo de padecer artritis reumatoide o aumentar las defensas al haber un desarrollo de los linfocitos
Otras de las características del aceite de girasol alto oleico es que ayuda a la conservación del producto elaborado. Además, durante la fritura, hace que se crea una película en la superficie, permitiendo así que patatas y aperitivos queden más crujientes.
La modificación del aceite de girasol alto oleico consigue que esta grasa vegetal tenga una mayor resistencia a la oxidación. De hecho, puede alcanzar los 230 grados sin que el aceite se llegue a quemar y, por lo tanto, sea más perjudicial.